2 de Agosto.

Después del madrugón dominguero, nos encontramos en las inmediaciones del Colegio Liceo La Paz de A Coruña. Atrás quedan horas y horas de entrenamiento, a medida que nos dirigimos a las instalaciones deportivas del centro escolar, los nervios (sí, esos que todo el mundo piensa que tiene de acero) se apoderan de nosotros. 

Tras subir el primer tramo de escaleras, nos encontramos esperando a enfundarnos el pijama (como dice Elo) llamado comúnmente judogui. Pocos minutos después nos avisan de que los vestuarios están abiertos y nos cambiamos. Después de enfundarnos la armadura de batalla, subimos el último tramo de escaleras, vuelvo a acordarme de las muchas horas de entrenamiento y en mi cabeza resuena esa voz que no paraba de repetirse "a cuatro metros", pienso en los madrugones, en el sudor derramado y me acuerdo que Elo siempre nos insta a ir a por el diez. Me sudan las manos, el corazón late deprisa, la frente se empapa en sudor, pero entramos en el pabe con cara de póker y con toda la calma posible.

Comenzamos el calentamiento en los tatamis que han preparado para el examen, enseguida nos damos cuenta de que no tienen nuestros ansiados ocho metros si no siete, nos buscamos la vida para cambiar referencias, que si lo marcamos, que si las colchonetas centrales, que si la última línea a la derecha... finalmente decidimos usar la línea media de la mesa de joseki como punto de referencia. Entregamos la documentación en la mesa central y nos vamos a las gradas.


De repente empiezan a llamar (ahí vamos chicos, al turrón) la primera de todos, Sabela con Uxi de uke, comienza la recta final, estamos en el punto de no retorno. Empiezan por preguntarle de Kihon (fundamentos), tokui wazas, técnicas de suelo y pie, kata (aaaaa cuatro metros) acaba su examen, abandonan el tatami con un enhorabuena del tribunal.

Tras un tiempo de espera resuena mi nombre desde el tatami de la esquina, allá vamos como los antiguos guerreros, con paso firme y los nervios a flor de piel (aunque no lo parezca). Me presento a joseki junto con mi fiel uke durante muchas horas de entreno, Pablo.

 
Mientras revisan mi documentación me digo a mi mismo, tranquilo Juan, no eches ahora a perder todo ese gran trabajo realizado. Ocupamos nuestro lugar en el tatami y comienzan las preguntas, kihon, continua el tokui waza de suelo, después el de pie, después me preguntan fundamentos de suelo, presento entradas y llegadas a inmovilización (madre de dios, parece que me acabo de bañar en la piscina) de repente un miembro del tribunal me hace una aportación y me pregunta si estoy nervioso, le contesto "no, que va", y seguimos.


Llegamos a la hora de mostrar la kata, 1er grupo, sin novedad, 2º grupo (perdona Pablo, se me fue la olla) efectuado sin novedad y por fin 3er grupo (Pablo me dice, tranquilo, que vas bien) ídem de los dos anteriores grupos. Nos llaman de la mesa, me devuelven la documentación, volvemos a la grada.

Última pareja en ser llamada, para tercer dan, dos de nuestros profes (Fon y Fran), a ambos les agradezco todas sus aportaciones y enseñanzas. Empiezan su examen y no me sorprenden en su realización, ya que estoy más que acostumbrado a verlos entrenarlo y siempre me dejan "abraiado". Demuestran por qué son la punta de lanza y que aún nos queda mucho por recorrer tras ellos.



Acaban el examen y comienza la espera (hostia, este reloj debe estar estropeado), no pasa el tiempo, formamos en fila en un tatami todos los que optábamos a algún dan y Eduardo Galán, director de la Escuela Federativa Gallega, comienza a llamar, me nombran, saludo a los miembros de tribunal y nos entregan el certificado y el cinturón negro (gracias Jaime por entregarme uno de mi talla, jejeje).
Tras los nervios, que ya quedaron atrás, vamos a las gradas, donde esperan nuestras familias y nuestro entrenador con cara de alivio, todos hemos aprobado.



Con este texto trato de recoger lo sucedido desde mi punto de vista de uno de los días que supone una recompensa en la vida de un judoka. Ya sólo me queda decir: gracias Elo, por esas horas que te hemos quitado de tu tiempo libre y todas esas aportaciones y enseñanzas que esperemos que duren muchísimos años más, ¡GRACIAS!

Juan Alberto (cinturón negro 1er dan)